Yo tengo más de 20 años de experiencia gerencial y, lo que he notado es que lamentablemente tendemos a olvidarnos de las personas cuando estamos ante un cambio. Los cambios no eran tan dramáticos ni tan frecuentes cuando yo empecé mi vida laboral, a finales del siglo XX. Había cambios por su puesto, pero no eran tan frecuentes.
En el mundo en el que nos movemos actualmente, desde hace quince años, no está obligando a ser resilientes, a adaptarnos a nivel personal y profesional. Y en la parte profesional, he visto que hay personas que dicen “el mayor activo son las personas”, “esta empresa se centra en las personas”, “aquí las personas lo son todo”. Eso está muy bien, es muy bonito. Pero en el día a día, eso cuesta demostrarlo.
Muchas veces es una mezcla de cómo te han educado, ya sea que te hayan educado muy competitivo, como yo que soy generación X, muy de resultados, de procesos y tiempos. Y otras veces, pues también influye la propia cultura organizacional que te arrastra, aunque tú no quieras a terminar siendo demasiado frío, calculador, numérico, demasiado racional y poco emocional. Y la inteligencia emocional acaba siendo una carencia en muchas organizaciones.
Entonces, ¿por qué humanizar los cambios? Pues porque se nos ha olvidado humanizar los cambios, simplemente por eso. Y tenemos que darnos cuenta de que el futuro de la humanidad, pasa por las personas. El futuro de la humanidad pasa por la creación de riqueza, pero de capital humano, no de riqueza dineraria, no de plata ni dinero. Debemos construir capital humano.
Ojalá se dieran reconocimientos y premios a aquellas empresas que realmente hacen crecer el capital humano de una organización, de una ciudad, de un país y hasta de un continente.
Sí, es difícil lograr el cambio, pero no es imposible, y lo sabemos. Hay una clave para todo esto y es la intencionalidad. Cuando un cambio te empuja a cambiar, ahí no hay mérito, porque te estás viendo forzado a cambiar. Lo bonito del cambio es cuando hay una intención por cambiar y un análisis, una retrospectiva, una reflexión.
Hay una frase que dice: “Aunque el reto sea organizacional, el verdadero cambio es a nivel individual”. Es decir, que los cambios pasan por las personas. Por lo que es importante, que cuando tú trasladas una metodología a una organización tienes que asegurarte que efectivamente las personas no solamente van a cumplir lo que se les dice, sino que tienen que vivir y creerse lo que están haciendo, el porqué y para qué lo están haciendo.
Esto pasa mucho por la labor del liderazgo. El liderazgo de un proyecto de cambio organizacional es una de las grandes claves para el éxito de cualquier cambio
organizacional.
Al darle vuelta a la pirámide de liderazgo, obtenemos una reubicación de perspectiva, no una reubicación de personas. Normalmente los líderes son los que están arriba, ellos diseñan y definen estrategias. Y abajo, están todas las personas que ejecutan esa estrategia, pero si le damos la vuelta a ese triángulo. Los líderes siguen estando en el mismo sitio, solo que ahora están abajo. Y las personas que hacen realidad esa estrategia, siguen estando hasta abajo, pero ahora aparecen hasta arriba.
¿Por qué? El líder está ocupando una posición de liderazgo, entonces ¿qué vas a hacer con esa posición? Cuando tú te retires, ¿estará mejor que cuando llegaste? ¿o estará peor? Porque el ocupar una posición de liderazgo no te hace líder, te da las herramientas para que puedas ejercer liderazgo, desde una posición que te da ese privilegio. Si quieres servir a alguien, lo primero que debes hacer es escucharle.
Para una iniciativa de cambio, existe una receta conformada por tres puntos importantes.
1. Asegurarse que el cambio se va a trabajar como un proyecto, con la importancia que merece.
2. Tener a alguien que esté constantemente impactando e influyendo positivamente sobre el avance hacia el cambio.
3. No debemos olvidarnos de las personas. Ya que el cambio pasa por las personas.
Mi consejo para lograr humanizar los cambios, es que se atrevan un poco más a pensar en las personas. Si tú comienzas a hablar de las personas, irás equilibrando la situación para que las personas tengan la misma relevancia que los números.
Si tienes el valor de hacer eso en tu organización, estarás ayudando a crecer a tu organización. Porque si las personas no hacen crecer a la organización, los números por sí solos, no lo harán.
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